ALIMENTOS CON OSMOLARIDAD ALTA.
Los alimentos lácteos manufacturados hace que
la mayoría de las madres acudan a estos en vez de a la bebidas lácteas
fermentadas caseras, cuando se trata de alimentar al niño que presenta diarrea,
pues el médico le ha aconsejado no usar la leche corriente o diluida por su
contenido de lactosa pero utilizar más bien yogures o kumis pero sin aclarar que
se refiere a bebidas lácteas de fermentación casera. Un estudio de una muestra
pequeña de kumis y yogures comerciales realizado por el experto Carlos Bernal
Parra –estudioso de la enfermedad diarreica aguda en nuestro medio e
investigador de la Universidad de Antioquia- demostró que estos productos tienen
una alta osmolaridad, muy por encima de la recomendada por la OMS, que le hace
plantearse la pregunta de si estos productos comerciales son adecuados para
administrarlos a niños con diarreas abundantes (sin desconocer que pueden tener
otros efectos benéficos como la presencia de prebióticos que mejoran la flora
intestinal); obviamente, las bebidas lácteas fermentadas caseras tienen estos
últimos y puede que no planteen el problema de la alta osmolaridad. La
investigación mostró que la osmolaridad de las bebidas lácteas dietéticas es
menor que la de las regulares pero todavía relativamente alta, con 391 mOsm/L en
promedio. En cambio, la de las fórmulas infantiles es uniformemente adecuada, en
la mayor parte de los casos menor de 300 mOsm/L, como lo recomienda la OMS (
Revista Iatreia 2004; 17: No.3).
Esta osmolaridad elevada puede en algunos casos aumentar el volumen de la
diarrea, además de que se trata de productos de un costo más elevado. Durante
las enfermedades diarreicas, especialmente en las producidas por agentes que
comprometen los enterocitos apicales, se afectan en mayor o menor grado la
digestión y absorción de los carbohidratos; en tal caso se puede agravar la
diarrea porque a su mecanismo primario, por ejemplo a la merma de la absorción
en una diarrea viral, se agrega el efecto osmótico de los carbohidratos no
digeridos o no absorbidos que permanecen en la luz intestinal y atraen agua
hacia ella; según la intensidad del daño las consecuencias clínicas pueden ser
leves, carentes de importancia, o de mayor intensidad en cuyo caso puede haber
una diarrea tan abundante como la que originó la deshidratación, o ser el
obstáculo para mantener una hidratación adecuada por vía oral. Entre los
carbohidratos, la absorción de la lactosa es la principalmente afectada ya que
la lactasa se produce en la región más superficial del borde en cepillo de los
enterocitos apicales. Si el compromiso de la mucosa es mayor, se puede afectar
también la digestión de la sacarosa, la maltosa, los polímeros de la glucosa e
incluso la absorción de los monosacáridos. En la actualidad parece estar
suficientemente claro que la mayoría de los niños con diarrea aguda, tratados
ambulatoriamente y que no se han deshidratado, no requieren leche diluida ni que
se les suministren fórmulas libres de lactosa , pero en aquellos que se han
deshidratado y en los que presentan diarreas de gasto alto, cuando la magnitud
de las pérdidas hace difícil mantener la hidratación, están indicados el uso de
mezclas bajas en lactosa o de fórmulas libres de lactosa y la búsqueda de
azúcares reductores en las heces. Se ha desaconsejado el uso de bebidas como
gaseosas o jugos industrializados que tienen osmolaridad elevada.
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